domingo, 8 de marzo de 2009

Domingo, raro domingo

Has aparecido a traición, confundido entre billones de bits circulando a la velocidad de la luz y dejando fronteras difusas entre cables de teléfono. Y de alguna forma lo he presentido, el toc toc del facebook ha sonado diferente. Eras tú. Tengo que reconocer que me he puesto nervioso. Me has pillado en un momento de defensas emocionales bajas, de un corazón con un par de rasguños que ni siquiera precisan tirita para curarse pero que escuecen. Me has hablado de ti, con tus faltas de ortografía, y eras tú. Te podía ver sentado en la silla delante de tu ordenador. Me has dicho que has pensado a menudo en mí, y que era momento de volver a hablar. Y yo tecleaba balbuceos con una mezcla de alegría por ser tú el que me llamaras y de pavor por ver que esto todavía no ha terminado. Que todavía me late el corazón más rápido cuando te noto cerca.
Mi cerebro había empezado a procesar tu información sigilosamente, escondiendo los expedientes de nuestro amor imposible en los sotanos más profundos de la memoria. El corazón protestaba, pero el cerebro aplica siempre una política de hechos consumados ante la que es imposible apelar, sabe que al corazón sólo le queda resignarse porque se ha quedado sin argumentos. Toc toc, sobresalto entre las neuronas, crisis, el corazón bombea más fuerte y coge aliento, y vuelve a hacerse con la situación. Pero es una batalla perdida.
Sientes que no soy yo, que no estoy del todo bien hablando contigo, pero yo miento. Los géminis somos así, somos muy honestos, pero cuando se trata de nuestros sentimientos, nos convertimos en mentirosos compulsivos. Me hablas de él, primer golpe bajo, y no lo puedo resistir, y te digo que no me hables de él. Sé que es importante para ti, y sé que te gustaría que te escuchara hablar de él, y que te diera consejos... pero no puedo, no me sale, ni siquiera mintiendo.
Como no quiero que te alejes otra vez, intento enderezar la situación y cambio de tema, pero seguramente ya te has dado cuenta de que todavía no estoy preparado, y tienes razón, miento cuando te digo que quiero verte, porque sé que no me conviene. Has sido lo mejor que me ha pasado, y al mismo tiempo lo peor, porque ahora busco otra vez desesparadamente sentir lo mismo que he sentido por ti; y me estrello contra muros de varios metros de espesor una y otra vez.
Este domingo ha sido raro. Es un domingo llego de señales. De señales que me dicen que acabo de torcer en mi camino, y que muchas cosas quedan atrás, y ahora viene lo bueno, lo que me hará sentir bien de verdad. Ven pronto porque quiero verte, aunque me duela. Quiero verte.

No hay comentarios: